En la siguiente instantánea (arriba la original, abajo retocada) se cambió el rostro de Franco para evitar los ojos cerrados. En otra imagen de la misma fecha se pegó -literalmente- a la pareja de dirigentes sobre el fondo del tren. Claro que, de paso, se hicieron un par más de arreglitos: se alzó la altura del Caudillo y se cambió la Cruz del Águila que llevaba Franco por la Medalla Militar española.
Y es que desde su nacimiento, hace casi dos siglos, la fotografía perdió la inocencia y quedó sometida a la manipulación. Muchos rostros fueron borrados con afán político, pero la coquetería también ha jugado un papel en la adulteración histórica.
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